Entre trasnochados y cascos defectuosos | Crónica de un viaje en moto

Crónica de un viaje en moto: la noche quizá es la mejor hora para manejar por la ciudad

Última modificación

¡Compártelo si te ayudó!

Entre trasnochados y cascos defectuosos, crónica | Diseño Owen Marín, imagen Pexels

Si no es una, es otra.

Volteo una última vez para despedirme de un amigo que me habla desde la ventana del departamento mientras que quien me abrió la puerta para salir ya se ha metido y va de regreso a él.

La música ya comienza a sonar y pienso de nuevo en la gran idea que fue ponerle intercomunicador al casco de la moto.

Un año duró con todo en él funcionando sin problema, viene a ser desde ayer que se rompe el agarre de los lentes integrados y se caen hacia el visor en cada bache o tope que paso.

Lo segundo defectuoso ahora en lo que compete a la moto, lo primero era la llanta que se abollo un poco cuando pasé por un hoyo.

El sonido del motor se sigue colando y retumba un poco más ahora debido al silencio de la noche, a lo lejos se escucha música de una fiesta que sigue en pie, seguramente.

Al final de cuentas, apenas son las 2 de la mañana, a algunos nos llama el sueño y descanso en casa, otros tienen cosas que hacer; una joven noche en un joven vecindario.

Termino de colocarme los guantes, debí traer chamarra, aunque ahora no hace tanto frío como en otras ocasiones, se sigue sintiendo el aire recorrer tus brazos y advirtiendo lo fresco de la madrugada.

Ya en marcha y la música a volumen medio dentro del casco, me concentro en la letra y el recuerdo que me evoca: Tom Holland bailando, se trata de “Umbrella de Rihanna”.

En la vida superaré lo sexy qué me parece ese joven en dicho video.

Llego a un semáforo para tomar una avenida que eventualmente atravesará Circuito Interior, sobre la cual debo incorporarme por las afueras para seguir mi camino por al menos otros 25 minutos.

En ese semáforo para poder girar debo esperar, además del verde, el de la flecha para poder hacerlo. Mientras estoy detenido sé que no viene un coche por enfrente mío, tampoco hay uno que quiera pasarse el rojo que le marca; pese a eso soy paciente y espero a mi turno.

Quizá venía muy concentrado en la música que no escuché ni vi cuando una moto se colocó por atrás de mi lado derecho en un punto ciego hasta para el retrovisor de la mía.

Me sorprendí un tanto por la cercanía cuando lo miré luego de moverme un poco con la moto, no es la primera vez que me pasa, pero a esas horas de la noche no te da la mejor de las impresiones.

Él se espero tanto como yo en el semáforo hasta que otros coches nos alcanzaron y comenzaron a cruzar recto y uno hacia la izquierda como nosotros pretendíamos.

¿Por qué me esperé tanto en el semáforo?

Simple: porque no tengo prisa, porque me esperan en casa y si tengo que tardar dos minutos en que se ponga en verde, lo haré.

Sé que eso no me salvará de alguien que lleve prisa, que vaya ebrio o que se le haya hecho fácil cruzarse un rojo, pero al menos sé que hice lo mejor para mi hasta el último momento.

Dejo ese semáforo atrás y mantengo el camino por el carril más pegado a la izquierda, esta avenida es de 4 carriles y eventualmente tomaré de nuevo la salida a la izquierda.

Paso 3, 4, 5 avenidas donde la luz verde está dándome el paso en cada una de ellas, pese a eso, bajo la velocidad a medida que me acerco a una, también comienzo a tocar el claxon un par de veces.

Podrían parecer acciones de sobra, pero ya me han salvado de uno que otro susto o caída en ocasiones anteriores; no lo había visto en algún lugar anteriormente, instintivamente comencé a hacerlo porque me di cuenta que a los coches se les hace fácil cruzar rojos y más por la noche que aparentemente va todo vacío.

Ya está soñando Starboy de The Weeknd cuando, antes de ingresar por un minitunel, veo a lo lejos que hay conos indicando que se están haciendo trabajos en la zona, bajo dos carriles para pasar sin problema cuando llego a un par de baches y hacen que los lente integrados vuelvan a caer.

Son tan buenos para bloquear la luz, que genuinamente no alcanzo a ver más allá de un par de metros frente a mi, no distingo las sombras de los baches y eso me ha costado uno que otro susto en otras noches.

Bajo la velocidad y trato de hacer todo en un par de movimientos rápidos para no soltar mucho tiempo el manubrio de la moto: subo el visor, subo los lentes y rápido vuelvo a tomar la moto.

Espero a pasar por la zona de los trabajos para volver a bajar el visor, sin embargo, metros adelante comienza el desnivel ahí hay unos pequeños topes que vuelven a bajar los lentes.

Si bien ahora no me quedo a oscuras porque el túnel está bien iluminado, sí se vuelve un poco tedioso porque no se baja completo y veo la mitad iluminada.
Vuelvo a repetir la maniobra lo más rápido antes de salir del túnel porque sé que será más incómodo y peligroso si lo hago hasta que salga de él.

Por un momento la moto se me iba casi recto en una curva, pero alcancé a tomarla a tiempo, además de que había bajado la velocidad para evitar algo así.
No lo había mencionado hasta ahora, pero otra de las preocupaciones que cargaba conmigo en esta noche era la gasolina.

Estoy tratando de averiguar cuánto es el consumo completo de la moto con tanque lleno, sólo una vez llegué a los 400 km antes de recargarle; supuestamente son 14 litros y de a 32km/L, pero… quiero probar el consumo real.

Ahorita voy sobre esa marca y me hace voltear cada 2 o 3 minutos al kilometraje esperando a ver en qué momento alcanzo de nuevo los 400 km.
Iba por los 390 y todavía falta al rededor de 20 minutos para llegar a casa, unos 17 km por avanzar.

Debido a que la moto va baja de gasolina puedo sentir cómo aún yendo en 5ta no sube a más de 60km/hr.

De todas maneras no me gusta manejar a más de esa velocidad con ella, pero se siente la lentitud con la que avanza.

Toda la avenida se muy iluminada, quizá la que más lo está en todo mi recorrido aunque no la más bonita, pero al menos siento que pocas cosas me pueden tomar por sorpresa en ella.

Llega el momento de incorporarme a la lateral de Circuito Interior, para este momento ya estaba terminando “Diamonds de Rihanna”.

La última vez me seguí creyendo que ya estaba en su lateral y tuve que dar una vuelta como de 5 minutos para tomar el camino correcto.

De noche la ciudad cambia mucho, quizá porque soy una persona más acostumbrada y afín a las altas horas, pero tiene su encanto bello.

Las luces de los edificios, los coches transitando en calma, lo fresco de la noche, el ruido menos intrusivo por el bajo tránsito. Manejar de madrugada tiene su encanto, aunque también sus peligros, claro.

Paso dos avenidas, una a nivel de calle y otra por arriba de un puente, estoy casi llegando a la Central de Abasto; tras bajar sólo es cuestión de unos 2 minutos yendo por la derecha hasta que llegas al semáforo donde muchos se incorporan camino hacia allá.

Es ya vez volteo de reojo y rápido para percatarme de que hay una especie de casetas en ese lado, se me hace extraño porque pareciera que se van a integrar a una autopista.

No puedo seguir mirando más porque tengo un camión de frutas enfrente que quiere girar a la derecha mientras qué yo sigo recto y no tiene pinta de que me vaya a dejar pasar primero, así que permito que se vaya para seguir yo tranquilo.

Es la noche que más he mirado al kilometraje, estoy seguro.
De alguna manera se había solucionado el visor porque ya no se bajaba, además de que tampoco había pasado ya por muchos baches.

"… to all the things I lost on you…"

Ya me encontraba tarareando este par de letras mientras que de fondo me habían pasado “Bad Romance de Lady Gaga” y “One More Night de Maroon 5”.

Veo una gasolinera abierta a mi derecha, tengo todo el tiempo y espacio del mundo para poder pararme y echarle al menos 50 pesos para asegurar que, si no llego a casa, al menos no fue por quedarme con la moto apagada a medio camino.

Pero me sigo de largo, guiado por un objetivo absurdo, por la realidad alterada de pensar que ya estoy cerca o cualquiera de las razones qué atraviesa mi mente en ese momento decido no pasar a ella.

Frente a mi, a uno o dos minutos se encuentra una avenida recta más, iluminada que conecta casi con Zaragoza, sólo quedan escasos 15 minutos para llegar a casa.

Sobre de esa avenida apenas hay 3 o 4 topes como máximo y se encuentran cerca de zonas escolares.

Si bien no puedo ir a altas velocidades tanto por la moto como por la cuestión de la gasolina, cuando paso sobre ella se siente una fluidez que no sé cómo comenzar a describir.

La luz ilumina bien tu camino, va apenas uno o dos coches sobre toda ella y muy de vez en cuando alguien se incorpora.

Tienes todo el camino para ti solo, el viento recorre mis brazos iniciando apenas por arriba de mis guantes llegando hasta por debajo de mis hombros ya que se cuela por las mangas cortas de mi playera.

Pasa por abajo de mi casco y refresca mi mentón sin sentirme saturado en ningún momento.

El único ruido a mi alrededor es el del motor y la música que sigue sonando dentro del casco.

Si existen los momentos mágicos de la vida, muchos de ellos tiene que pasar por la noche. La luz se ve diferente, aún siendo artificial por las bombilla ahorradoras o la poco a Iluminación de la luna, sientes que te abraza, que la miras diferente.

El sonido ausente, la brisa tocando tu piel y la calma que se puede respirar crea un entorno hipnotizante.

Estoy saliendo de esta avenida para cruzar la Zaragoza más adelante, veo a lo lejos que apenas se puso el verde y ya sólo es cosa de pasar con cuidado.

Mi decisión de no recargar antes vuelve a llegar a mi, alcanzo a mirar de reojo el kilometraje y voy por los 410 km.

Había calculado mal la distancia al inicio, todavía faltan unos 3 o 4 para llegar.
Pero tengo la seguridad de que llegaré, de que, si se me apaga la moto, al menos sólo tendría que caminar unos 20 minutos hasta la gasolinera más cercana,

Así deja de importarme seguir viendo eso y mejor miro al frente, pienso que en poco tiempo ya estaré en casa, acostándome y por fin descansando.

Comparte tu aprecio
Owen Marín
Owen Marín

Owen Marín: amante de la filosofía metafísica y del lenguaje, el realismo sucio, escritura libre, el postpunk/dark wave y el análisis de datos.

Artículos: 25

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Logo de Owen Marín
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.